
Me dijo si podía pasar a ducharse conmigo. Mi silencio fue su sí y pasó. Se reía de que yo me avergonzara y mirara para cualquier lado. El modelado ese del techo es una genialidad. El agua caliente sobre el cuerpo es super estimulante relajante. Mitad meditación mitad secuencias fugaces eróticas por la cabeza. Los dos pegoteados debajo de la ducha para ninguno quedar fuera y tomar frío de pronto lo abrace como rogando algo. Y aunque tampoco sabía que, sabía que era imprescindible y me dejó llorar en su hombro sin decir palabra. Abrazados totalmente desnudos con el agua cayendo sobre nosotros me parecía que era la forma más sincera para poder llorarnos juntos. La mayor fantasía que podía desear mi cabeza era que pronto se olvidara que teníamos cuerpos y los límites entre uno y otro. Bajo el agua nos confundimos y arrebatamos prejuicios. Estamos como cuando empezamos. Como antes de salir al mundo. Volvemos a estar juntos y nos olvidamos de absolutamente todo lo que aprendimos. Antes nada estaba prohibido. Pasamos a la hora cero de nuestras vidas. Podíamos ser absolutamente todo. Un simple movimiento y quizás vos eras yo y viceversa. Quizás así sucedió efectivamente y no nos quisieron decir. Lo que sé es que si sigo apretando tu mano así quizás te corte la circulación en unos segundos, pero igual vos no haces nada para impedirlo y yo me siento en derecho de apretarla más.
El agua rebalsa. Mamá rompió bolsa, se pone histérica. Como cuando nos vio durmiendo juntos aquella vez. Y yo estaba en la época de pintarme la cara con crayones y no entendía porque. Ahora pegada a vos tampoco lo entiendo. El agua rebalsa y rebalsas vos que pronto saltas hacia arriba salpicando todo. Soltas mi mano y volves al mundo. Como cuando empezamos. Salís al mundo otra vez. (yo dudo unos segundos, pienso si quedarme allá, unos segundos más bajo el agua y dejaré de respirar, pero al final saco la cabeza e inspiro gran cantidad de mundo –me marea en una primer instancia, amago un desmayo, amago un amago y después me paro- ).